Hubo una niña, que al cumplir los cuatro años creyó tener algo importante dentro de ella, porque si cerraba los ojos lo suficiente, detrás de aquella oscuridad se abría un haz de luz que comparaba, al anillo que una de sus tías abuela llevaba en un dedo anular. Fue cuando pensó que si el resplandor del anillo se llamaba aguamarina, ella tenía dentro una aguamarina muy grande. Esa niña era singular. No porque con dos años memorizara los cuentos de Ferrándiz e incluso supiera cuando tenía que pasar página, ni porque a los tres le hubiera dado dos vueltas al Catón, a los cinco empezara a escribir y a hacer crochet como su abuela, y a los ocho ingresara en el Conservatorio y comenzara un diario que leía a su familia, sino porque empezó a hilar su vida con palabras difíciles como miedo, perdón, valor, justicia, conocimiento, alma…

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Presentación de la reedición de La Célula Infinita en la Casa de los Pinelo (Sevilla), sede de la Real Academia Sevillana de de Buenas Letras.

De esa niña, que veo fuera de mí y que achucharía y abrazaría si pudiera, hoy puedo dejar su testimonio en el palacio de sabiduría que tiene Sevilla en esta Academia, gracias a su director, el Excmo. Sr. D. Ismael Yebra Sotillo que nos hace el honor de presidir este acto, y que tan amablemente ha tenido a bien colaborar con su causa y al que le repito públicamente mi agradecimiento más sincero. Ni que decir tiene que la criatura necesitaba un mentor, y creo que se han colmado todas mis expectativas para con ella, con el también Excmo. Sr. D. Rogelio Reyes Cano. Gracias querido amigo, por tanto tiempo y tanta sabiduría que has echado sobre mis libros. Y gracias a todos ustedes por acompañarnos en este acontecer que no anda lejos de la ternura.

Desde aquí, un recuerdo a mi querido amigo Emilio Durán, que presentó la primera edición de este poemario en la desaparecida “Librería Andalucía” el 12 de abril de 1980. Decir que este libro se reedita conmemorando los cuarenta y un aniversario de existencia, porque es el esfuerzo de esa niña que, de adolescente, partió aquel revoltijo de palabras porque su padre le aconsejó que le escribiera a un ladrillo y, porque a ella, ya le parecía aquello algo influenciado por el retroalimento de todas sus lecturas. Así se quedó sin nada y se puso a buscar su voz intrínseca buceando en su aguamarina y, creyó encontrarla, en esta serie de poemas que componen La célula infinita. Estos ya no eran versos sueltos porque tenían vocación y unidad de libro. No era un tanteo. Le sonaba a limpieza, a jabón verde y a carne cruda. Esa era su voz y la tendría que pulir. Pero le pareció aquello algo novedoso. Había añadido términos científicos como espermatozoide, mácula, bacteria, apoplejía, fonendoscopio, amniótico, etc. palabras advenedizas que intentaban convivir en un contexto poético.

Intertextualidades literarias, pictóricas, urbanitas etc. que aunque necesitaban un lector cómplice, abrían ventanas a otros mundos y enriquecían los textos. Pero sobre todo había puesto los cimientos de su código moral. Y, sí, hoy asumo sin pudor que soy aquel esperma que ganó la batalla…

El primer poema de “La célula infinita” se escribe en 1964, he querido poner una foto del mismo año donde aún tengo en los ojos la tristeza por la muerte de mi padre y estoy trabajando como auxiliar administrativa. En 1967 me caso. En la primavera del 68 nace mi hija como una revolución. En el 72 mi hijo. Y a finales de los setenta termino el libro casi al alimón con “Catarsis en el andén perdido”, libro con dos premios y sin publicar que reubico parte en “La doncella cincelada” (1988) y su totalidad en “Los campos de Dios” (2005-2007). De ahí que en esta nueva edición haya incorporado algunos poemas de “Catarsis en el andén perdido”, porque lo complementan, encuentran su razón de ser y ocupan su sitio más legítimo: En la célula ya salen “los andenes” y en los andenes continúa “la célula”. Diferenciaciones: La célula aspira al metro de Dios. Y los andenes asumen el darvinismo.

Otra salvedad que quiero apuntar, es el colofón que cierra el libro, donde se publica el texto inédito fechado en 2018, Declaración de autora, porque anuda su principio y su fin en un nexo coherente. En el primer poema se busca la voz y el devenir de las palabras, y en el último se encuentra en ellas razón de ser, compaña y guarida.

Rosa Díaz